El arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, fallecido este lunes a los 88 años, se convirtió el 13 de marzo de 2013 en el primer papa latinoamericano, pero su relación con el continente en estos doce años no ha sido fácil: no sólo en su tierra natal, adonde nunca volvió, sino también debido a los continuos cambios políticos y un desapego a la Iglesia católica que no consiguió frenar.
De los 66 países que visitó, 10 fueron de América Latina, donde vive la mayor cantidad de católicos del mundo, pero también donde el Vaticano sigue cediendo terreno.
“En los últimos 30 años la Iglesia católica de América Latina ha perdido más de 70 millones de fieles, prácticamente en su totalidad integrantes de los sectores medios y pobres de la sociedad, que se han volcado en masa a las comunidades evangélicas”, afirma el analista internacional argentino Jorge Castro sobre una tendencia que continúa.
Pero además se ha sumado en este pontificado la radicalización de los regímenes en Venezuela y Nicaragua con una ruptura total con la Iglesia y el avance de la secularización en Argentina o Chile, así como el estallido de los casos de abusos en varios países que no ayudaron al papa en su relación con el continente.
Aunque Francisco comenzó su pontificado con importantes viajes a Latinoamérica y teniéndola en cuenta en sus discursos y llamamientos, poco a poco sus referencias fueron desapareciendo ante el temor a que fueran utilizadas políticamente y se convirtieran en contraproducentes.
Los llamamientos del papa se concentraron en la Amazonía, ese pulmón del mundo que comparten tantos países en latinoamérica y que se convirtieron en un quejido contra el cambio climático, un tema al que dedicó un Sínodo extraordinario que volvió a poner a América Latina y sus problemas en el centro del pontificado.
En una entrevista a la agencia argentina Telan, el papa retomó la que fue una idea inicial de su pontificado reiterada durante sus periplos por los países latinoamericanos que visitó: «Latinoamérica todavía está en ese camino lento, de lucha, del sueño de San Martín y Bolívar por la unidad de la región. Siempre fue víctima, y será víctima hasta que no se termine de liberar, de imperialismos explotadores», dijo retomando la idea de la «Grande Patria» de Simón Bolivar.
Su gran asunto pendiente fue su vuelta a Argentina y aunque aseguró que lo haría, la opción siempre estuvo muy alejada para quienes le conocieron bien. Los continuos cambios políticos y la división del país hacia su persona le hicieron desistir.
Sus viajes a América Latina fueron:
BRASIL: Fue su primer viaje, entre el 22 y el 29 de julio de 2013, para asistir a la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud que se celebró en Río de Janeiro y que sirvió para dar a conocer el carácter de Bergoglio al mundo.
ECUADOR, BOLIVIA Y PARAGUAY: Del 5 al 12 de julio de 2015 viajó a estos tres países donde pidió perdón por los crímenes contra los indígenas durante la conquista de América y donde tomó contacto con los Movimientos Sociales en un acto en el que con un discurso muy político denunció la economía actual.
CUBA Y ESTADOS UNIDOS: Fue el décimo viaje internacional, del 19 al 28 de septiembre de 2015, una ocasión en la que el papa dio gran atención a los migrantes.
MÉXICO: Del 12 al 18 de febrero de 2016, tocó temas como la corrupción, la violencia, la pobreza, los feminicidios y la migración en una misa.
COLOMBIA: Viajó del 6 al 11 de septiembre de 2017, para llevar un mensaje de reconciliación y paz tras los históricos acuerdos de paz entre el gobierno y la guerrilla de las FARC y en un acto en Villavicencio escuchó testimonios de víctimas y victimarios del conflicto armado que devastó ese país.
CHILE Y PERÚ: Del 15 al 21 de enero de 2018, Francisco viajó a Chile, donde abogó por los mapuches, pero se trató de uno de los viajes más difíciles de su pontificado ya que se produjo en medio de los escándalos de abusos sexuales a menores por parte de curas.
PANAMÁ: El papa viajó en enero de 2019 a Panamá para participar de la 34ª Jornada Mundial de la Juventud y movilizar a la juventud latinoamericana contra la pobreza, la violencia y el drama de la crisis migratoria. EFE