La Policía de Birmania disparó munición real este domingo durante la represión contra las protestas antijunta, en el día más sangriento desde el golpe de Estado del 1 de febrero y que se ha cobrado la vida de al menos 5 personas.
Las fuerzas de seguridad abrieron fuego de manera indiscriminada en al menos las ciudades de Rangún, antigua capital y urbe más poblada, Dawei y Mandalay para reprimir las manifestaciones masivas que exigen a los militares que devuelvan el poder al pueblo y liberar a los políticos detenidos tras la asonada.
En Mandalay, la segunda ciudad más poblada y donde los militares afrontan una gran oposición, uno de los manifestantes murió al recibir un disparo en la cabeza efectuado por los uniformados, declaró a Efe un testigo que ayudó a recuperar el cadáver, mientras el portal Myanmar Now informa de 6 heridos de bala.
El número de muertos, que con los 5 de este 28 de febrero ascienden a 8 por los disparos directos de los uniformados desde el sublevamiento, podría aumentar dada la violenta represión desatada por las autoridades a lo largo del país.
“Birmania es un campo de batalla”, indicó el cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Rangún, al describir en Twitter la situación actual del país.
La Policía usó también este domingo balas de goma, gas lacrimógeno y granadas aturdidoras contra los manifestantes, quienes levantaron en Rangún barricadas improvisadas para frenar las acometidas.
A pesar de las cargas y violencia policial, los manifestantes regresaban una y otra vez a las calles al rebajarse la tensión y en desafió a las fuerzas de seguridad, apoyados en las calles de la antigua capital por unidades militares.
El canal público MRTV, ahora bajo control militar, informó anoche de la detención el sábado de 479 personas acusadas de “protestas contra el Estado” durante una de las jornadas más violentas desde el levantamiento.
EFE