Una investigación del diario estadounidense The Washington Post reveló que sacerdotes venezolanos acusados de abusar sexualmente de niños, niñas y adolescentes cumplieron poco o ningún tiempo de su sentencia en la cárcel, y han vuelto a ejercer dentro de la Iglesia católica.
La periodista Ana Vanessa Herrero examinó durante los últimos dos años 10 casos que involucran denuncias de abuso sexual infantil por parte de religiosos. En la mitad de los casos, que datan de 2001 a 2022, encontró sacerdotes condenados por cargos de abuso que fueron liberados antes de tiempo o que no cumplieron ningún tiempo en prisión. En al menos tres casos, a los sacerdotes se les permitió regresar al ministerio.
Uno de los casos es el del sacerdote Luis Alberto Mosquera, quien fue condenado en 2006 a más de siete años de prisión por abuso sexual contra un niño, pero no terminó su sentencia. Tras dos años, un juez le otorgó libertad condicional y Mosquera regresó a la iglesia en el estado de Lara, donde todavía es sacerdote en el pueblo Humocaro Alto.
En Anzoátegui, el sacerdote Enrique Castro Azócar fue detenido en 2019 y acusado de abuso sexual de dos menores. Castro se declaró culpable de dos cargos de abuso sexual de un niño y fue sentenciado a cinco años. Pero en lugar de ir a prisión, se le otorgó medida sustitutiva de libertad y fue excarcelado con la condición de que se mantuviera alejado de las víctimas, fuera tratado por un psicólogo y compareciera ante un tribunal cada 30 días.
Un registro policial obtenido por The Washington Post muestra que este mismo sacerdote ya había sido acusado de un crimen similar en 2014. Según los documentos policiales, el obispo de la Diócesis de Barcelona, Jorge Aníbal Quintero, dijo que el padre Castro sería destituido como sacerdote, pero simplemente fue trasladado a otra parroquia.
La investigación también descubrió que un sacerdote en Zulia no pasó tiempo en prisión a pesar de haber sido condenado por abuso sexual agravado en contra de una niña de 12 años.
Igualmente, un sacerdote del estado de Falcón se declaró culpable de cometer un acto carnal contra una joven de 14 años, pero se le concedió arresto domiciliario con la condición de que se mantuviera alejado de la víctima. Regresó a la Iglesia, donde hoy continúa con su ministerio.
En otros casos analizados se detectó que la justicia eximió a los religiosos de su responsabilidad. Por ejemplo, un sacerdote en el estado de Mérida que intercambió mensajes de texto con una niña de 13 años, la llevó a una habitación de hotel y la besó, según un tribunal. La niña testificó que él trató de levantarle la camisa. Fue declarado no culpable de actos lascivos agravados en 2006.