El funeral del papa emérito Benedicto XVI, fallecido el pasado 31 de diciembre a los 95 años, se celebrará este jueves en la plaza de San Pedro del Vaticano, presidido por su sucesor, Francisco, y ante decenas de miles de fieles y autoridades.
Las exequias comenzarán a las 09.30 horas a las puertas de la basílica, aunque el féretro en el que reposarán los restos del papa alemán saldrá 40 minutos antes del templo, donde han estado expuestos desde el 2 de enero, mientras los asistentes rezan el Rosario.
La ceremonia estará presidida por el papa Francisco, aunque la oficiará tras el altar el purpurado italiano Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio.
Las delegaciones oficiales serán dos, de Italia y del país natal de Benedicto XVI, Alemania, pero otras muchas autoridades políticas y religiosas, también de otras confesiones, irán a título personal.
También participarán el presidente de Polonia, Andrzej Duda; la de Hungría, Katalin Novàk; de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, o de Eslovenia, Nataša Pirc Musar, así como ministros del resto de Europa, como el de Interior francés, Gérald Darmanin.
Cómo será la misa
La ceremonia será solemne pero sobria, por expreso deseo de este papa, recordado estos días como el gran teólogo desde tiempos de San Agustín, y estará caracterizada por un enorme simbolismo, como todo lo que rodea a la milenaria sede petrina.
Pero en su transcurso, los ceremonieros vaticanos han tenido que acometer una serie de «adaptaciones» dada la particularidad que representa, pues Benedicto XVI no era un papa «reinante» tras renunciar en 2013, en un gesto sin precedentes en seis siglos de historia.
Por eso, se han modificado las lecturas y las súplicas finales del libreto y, tras su sepultura, no se declararán las «novendiales», el periodo de nueve días de luto que sigue a cada muerte de un pontífice, porque el papa «vigente» sigue vivo.
Los restos de Benedicto XVI sin embargo sí han sido revestidos con la dignidad papal: ataviado con la casulla roja (color del luto pontificio) y una mitra blanca con bordes dorados, aunque sin el Anillo del Pescador, anulado tras su renuncia como manda el canon.
También se seguirá el protocolo pontificio en lo que respecta a su féretro, compuesto de tres ataúdes introducidos uno dentro del otro: el primero de madera de ciprés forrado con terciopelo carmesí, el segundo de zinc sellado y el último, el visible, de olmo.
En la primera caja, junto a los restos del pontífice, se meterán las medallas y monedas acuñadas durante su pontificado, entre 2005 y 2013, así como los distintos palios, la estola de lana blanca símbolo de jurisdicción, que tuvo como arzobispo de Múnich y Roma.
También se introducirá un cilindro de metal con el llamado «Rogito», un breve texto con los actos más destacados de su reinado.
El funeral se prolongará durante unas tres horas y, tras los ritos, el triple féretro de Benedicto XVI será trasladado a la cripta de la basílica vaticana, donde reposan otros pontífices del pasado.
La tumba elegida, por voluntad del difunto, será la de su admirado Juan Pablo II (1978-2005), cuyos restos fueron expuestos en la superficie del templo en 2011, el año de su beatificación.
Otra peculiaridad de estos funerales es que estarán presididos por otro papa vivo, Francisco, algo que no ocurría desde 1802, cuando Pío VII tuvo que oficiar el entierro de su antecesor, Pío VI, que había muerto antes en Francia prisionero de Napoleón.
Con información de EFE