El nuevo presidente de Corea del Sur, Lee Jae-myung, dijo este miércoles que su prioridad es buscar la unidad nacional y que se deben dejar las confrontaciones en el pasado y restaurar la economía, seguridad y la democracia, durante su ceremonia de investidura celebrada frente a la Asamblea Nacional, en Seúl.
«Seré el presidente de todos, que abrace y sirva a todo el pueblo», declaró durante su discurso de inauguración. Lee vistió una corbata con los colores azul, rojo y blanco, interpretada como un gesto simbólico de unidad nacional.
Lee también prometió dejar atrás las confrontaciones ideológicas y recurrir a políticas útiles, «sean de Park Chung-hee o Kim Dae-jung», en alusión a dos expresidentes de orientación opuesta.
De cara al exterior, el nuevo mandatario apostó por una «diplomacia pragmática centrada en los intereses nacionales», en un entorno de transformación de la economía y de la seguridad globales.
Afirmó que reforzará la alianza con EE.UU. y dijo que su estrategia de maximizar los intereses nacionales no excluye el diálogo con Corea del Norte. «Buscaremos maneras de coexistir con Corea del Norte. «La verdadera seguridad es no necesitar una guerra», expresó.
En clave interna y tras la grave crisis política desencadenada por la ley marcial, prometió «prevenir cualquier intento futuro de insurrección militar» como el que llevó a la destitución de su antecesor Yoon Suk-yeol.
«Las armas encomendadas por el pueblo fueron usadas para declarar la ley marcial. Eso nunca debe volver a suceder. Haré que los responsables asuman su responsabilidad y me aseguraré de que algo así no vuelva a ocurrir».
Lee prometió activar un equipo de respuesta económica de emergencia y reactivar el ciclo virtuoso de crecimiento con apoyo del gasto público.
Lee también anunció inversiones en inteligencia artificial y nuevas industrias, y aseguró que su Gobierno impulsará una transición energética hacia fuentes renovables. «El cambio climático está amenazando el ecosistema de la gente».
El nuevo presidente también apostó por reforzar la industria cultural y convertir a Corea en una potencia del ‘poder blando’, haciendo menciones al K-pop, K-dramas, K-beauty y los demás sectores de la marca «K».
«Me convertiré en un presidente de la gente. Los coreanos, cuando nos volvemos uno, nos volvemos fuertes y podemos superar cualquier desafío», concluyó.
La ceremonia de investidura tuvo lugar en el interior de la Asamblea Nacional (Parlamento), en Seúl, en un formato reducido con 360 asistentes, incluidos líderes bipartidistas, legisladores y miembros del Gabinente saliente.
Esto marca un contraste con los más de 40.000 de la toma de posesión de su predecesor; sin embargo, llamó la atención la aparente ausencia del principal candidato rival del Partido del Poder Popular (PPP), Kim Moon-soo, quien también formó parte del Ejecutivo saliente.
La escala reducida fue interpretada como una señal de sobriedad, tras la polémica que rodeó al expresidente Yoon Suk-yeol. EFE