El puente aéreo para sacar de Afganistán a extranjeros y civiles en riesgo bajo el nuevo régimen talibán entró este domingo en su fase final, a solo tres días de culminarse la retirada estadounidense de ese país.
Con información de AFP
La gran mayoría de países pusieron fin a sus operaciones en el aeropuerto internacional Hamid Karzai y varios reconocieron no haber podido poner a salvo a todas las personas previstas.
Desde el 14 de agosto, víspera de la caída de Kabul a manos de los talibanes, unos 112.000 extranjeros y afganos fueron evacuados.
Entre tanto, el Gobierno norteamericano ha sido enfático en sus alertas de posibles nuevos ataques en las instalaciones. Nuevamente se pidió a los ciudadanos alejarse del lugar.
“La situación en el lugar sigue siendo extremadamente peligrosa y la amenaza de un ataque terrorista en el aeropuerto sigue siendo alta”, escribió el presidente de Estados Unidos en un comunicado tras reunirse con sus asesores militares y de seguridad.
El viernes por la noche fue Francia quien anunció el fin de su puente aéreo tras haber puesto a salvo a casi 3.000 personas desde el 17 de agosto.
El Gobierno explicó que no se podía continuar con las evacuaciones “al no darse las condiciones de seguridad en el aeropuerto” de Kabul por “la rápida retirada de las fuerzas estadounidenses”.
En días anteriores, numerosos países occidentales habían dado por concluidas sus operaciones de repatriación y evacuación (Alemania, Canadá, Australia, España, Italia, Holanda).
Alemania sacó a 5.300 personas, Italia a 4.900, Australia a 4.100, Canadá superó las 3.700, España más de 2.200. Pero el mayor contingente de evacuados es de Estados Unidos, que mantendrá su operativo “hasta el último momento”.
Siguen miles en el aeropuerto
De acuerdo con las últimas informaciones estadounidenses al respecto, el sábado por la mañana, alrededor de 5.400 personas todavía estaban en el aeropuerto esperando poder tomar un avión.
El jueves por la noche, un ataque suicida reivindicado por la rama regional del grupo Estado Islámico mató a decenas de civiles y 13 soldados estadounidenses. Dos fuentes sanitarias del antiguo gobierno cifran en al menos 90 las víctimas civiles, pero medios locales elevan el balance a 170.