Hay algo que sucede en los tres segundos que hay de espacio entre que Silvana Estrada roza las cuerdas de su cuatro venezolano y empieza a confesarse en «Marchita», su nuevo single y canción que dará título a su esperado e inminente nuevo álbum, el primero que publica íntegramente en solitario tras aquel «Lo Sagrado» junto al prestigioso guitarrista de jazz norteamericano Charlie Hunter.
Considerada como una de las mejores cantantes y nuevas compositoras de México, Silvana, de 24 años, es punta de lanza de un movimiento de mujeres artistas e independientes que han representado la música alternativa latinoamericana durante la última década.
Aunque toca muchos instrumentos, Silvana suele preferir el cuatro venezolano, cuyo pequeño cuerpo y sonido cálido se acomoda a sus manos y se sincroniza con las vibrantes variaciones de su voz.
Esas bocanadas de aire y ese espacio tenso que consigue la joven cantora mexicana en los primeros segundos de canción ya adelantan lo que será el relato de una canción de una profundidad abrasadora: cómo convertir un relato de dolor y angustia en un artefacto transformador, que convierte el final del amor en un ejercicio de empoderamiento vital. Y cómo demostrar que no todo lo que se marchita pierde luz.
Eso es lo que consigue Silvana Estrada en «Marchita», una de las canciones fundamentales del álbum que llevará el mismo nombre y que publicará el prestigioso sello Glassnote en los próximos meses.
Una canción en la que la artista xalapeña desnuda su alma a la vez que firma una obra destinada a convertirse en un clásico de la canción popular latinoamericana a la altura de referentes suyos como Violeta Parra, Mercedes Sosa, Chavela Vargas o José Alfredo Jiménez, al que la mexicana cita como una referencia inmortal a la hora de buscar inspiración para componer «Marchita».