Un nuevo informe de la organización no gubernamental de Centros Comunitarios de Aprendizaje (CECODAP) y la Agencia de Periodistas Amigos de la Niñez (Agencia PANA) reveló como la megabanda liderada por Carlos Luis Revette, alias Koki, reclutó a niños, niñas adolescentes en la parroquia La Vega para sus operaciones de crimen organizado.
Los investigadores del reportaje multimedia “Esclavizar para delinquir”, recabaron las historias de los menores de edad involucrados con la megabanda entre octubre y diciembre de 2021. El propósito: identificar y analizar los mecanismos de reclutamiento, sus causas y sus consecuencias.
Las principales causas del reclutamiento de niños, niñas y adolescentes por la megabanda están relacionadas con la situación de precariedad socioeconómica en que viven. La inseguridad alimentaria, la deserción escolar y la violencia intrafamiliar son motivaciones recurrentes de la vinculación de niños, niñas y adolescentes con esta organización delictiva. En ese orden de ideas, el reclutamiento de menores de edad es principalmente forzado por las circunstancias y la violación de sus derechos humanos.
Los anzuelos
El principal anzuelo es la oferta de ingresos semanales en dólares, con los cuales los niños, niñas y adolescentes podrían cubrir necesidades reales o percibidas: alimentación, ropa y calzado (como símbolos de estatus social) y protección en una lógica de la ley del más fuerte, según la documentación realizada por Cecodap y la Agencia PANA.
En la mayoría de los casos el reclutamiento está determinado por relaciones de vecindad e incluso familiaridad entre delincuentes reclutadores y niños, niñas y adolescentes reclutados, pues unos y otras forman parte de una misma comunidad. Sin embargo, cuando la megabanda emprendió la conquista de La Vega o cuando requirió engrosar sus filas para combatir a los cuerpos de seguridad del Estado, el reclutamiento se tornó más coercitivo y masivo. En La Vega, por ejemplo, operaron reclutadores profesionales y mediaron labores de “inteligencia” para afinar la selección de menores de edad con el perfil requerido para involucrarlos en el delito.
La incorporación de niños, niñas y adolescentes a la megabanda tiene distintos grados de vinculación, asociados a cargos y funciones que conforman un verdadero escalafón. Mientras más avanzan en la carrera más riesgo de muerte corren los menores de edad.
Los escalafones
Existen al menos cuatro grados de vinculación de niños, niñas y adolescentes a la megabanda de la Cota 905, El Cementerio y La Vega:
Los mandaderos
Se encargan de la provisión de productos de primera necesidad y, eventualmente, de cualquier otro producto, requeridos por los integrantes de la megabanda que, por estar solicitados por los cuerpos de seguridad del Estado, deben permanecer confinados en las partes altas de los barrios de la Cota 905, El Cementerio y La Vega. Generalmente esta función la desempeñan niños, niñas y adolescentes de menos edad. Se supone que es el grado de vinculación que implica menos riesgos. Sin embargo, también implica un contacto permanente con los delincuentes y, en ese sentido, la tentación de querer escalar posiciones dentro de la megabanda, lo cual supone asumir mayores riesgos.
Los gariteros
Son centinelas apostados en zonas estratégicas de los territorios controlados por la megabanda. Tienen dos principales funciones:
Alertar sobre el ingreso de funcionarios de cuerpos de seguridad del Estado o de personas ajenas a la comunidad y
Detectar y denunciar eventuales infracciones de reglas de convivencia impuestas arbitrariamente por los líderes de la megabanda.
Por lo general es desempeñado por adolescentes próximos a cumplir la mayoría de edad, pues requiere fortaleza física y templanza para soportar situaciones de vigilia permanente, durante jornadas que, en algunos casos, se pueden extender 24 horas continuas en lugares inhóspitos.
Los traficantes
El microtráfico de droga es una opción más lucrativa en comparación con los mandaderos y gariteros, pero, obviamente, conlleva mayores peligros. También emerge como un atractivo para los menores de edad con adicciones a las drogas, pues el pago o parte del pago que reciben puede ser droga para su consumo. Los menores de edad involucrados en el tráfico de drogas pueden operar dentro o fuera de las zonas controladas por la megabanda. Las responsabilidades asignadas a los niños, niñas y adolescentes traficantes están sujetas a la demostración de lealtad y efectividad ante los líderes de la megabanda.
Los malandros
Se trata del cuarto y último escaño al que pueden aspirar los menores de edad dentro de la megabanda. Como en el caso del tráfico de drogas, se alcanza sobre la base de una comprobada disposición de consolidar y ampliar el poder de la organización criminal. Los malandros adquieren tal rango cuando se les entrega un arma de fuego y la usan a dos fines: para hacer cumplir las reglas de la megabanda y para cometer los delitos que sustentan las economías del grupo delictivo, entre ellas la: extorsión, el secuestro, el tráfico de drogas y el robo de vehículos.
Una forma contemporánea de esclavitud
Cecodap considera que este tipo de hechos deben ser reconocidos, investigados y sancionados como trata de personas, en los términos establecidos en el artículo 41 de la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento del Terrorismo.
El reclutamiento de niños, niñas y adolescentes por el crimen organizado es una forma contemporánea de esclavitud y una modalidad de trata de personas. La tipificación del delito de trata supone la actuación de un grupo de delincuencia organizada como sujeto activo y prevé las siguientes formas de cometerlo:
- Promoción
- Favorecimiento
- Facilitación o
- Ejecución
A su vez, advierten que el Estado venezolano no ha atendido en forma integral y suficiente las causas estructurales del reclutamiento de niños, niñas y adolescentes por el crimen organizado. En ese sentido es impostergable corregir las deficiencias del sistema de protección de niños, niñas y adolescentes para mitigar los factores de riesgo.
Por lo que proponen fomentar la creación de Defensorías de Niños, Niñas y Adolescentes en las comunidades afectadas por la actuación del crimen organizado, a partir del capital social que existe en cada una de ellas. Con la legitimación que confiere la participación ciudadana, las Defensorías de Niños, Niñas y Adolescentes pueden contribuir a prevenir y erradicar su sometimiento a condiciones de esclavitud moderna.