La ONG Provea publicó un trabajo con el que quedan al descubierto las condiciones en las que se encuentran los hospitales pediátricos en Venezuela. «Ascensores que no funcionan, áreas deterioradas, servicio de agua inexistente, renuncia de personal y falta de insumos, son parte del escenario que atraviesan las unidades pediátricas en los hospitales de Venezuela», comienza relatando la publicación en su página web.
Con información de Provea / Vía Crisbel Varela
Detalla que «en Caracas hay dos hospitales conocidos que alguna vez llegaron a ser referencia, y hoy, son la radiografía de lo que ocurre en gran parte del país: Ambos, sumergidos en el colapso del sistema sanitario venezolano, lo que para un niño, niña y adolescente (NNA) representa un riesgo de vida y salud. En un país con un contexto de crisis económica, que no permite a todas las personas acceder a medicinas o atención en una clínica privada».
Se refieren al Hospital de Niños Dr. José Manuel de los Ríos (J. M.) en la avenida Vollmer y El Pediátrico Luisa Cáceres de Arismendi, ubicado en el complejo hospitalario Dr. José Ignacio Baldó, conocido como El Algodonal, en Antímano. «Son dos casos con algo en común: El deterioro y la falta de insumos, una situación que no mejora y hace más complicada la vida de los jóvenes con enfermedades crónicas», señala el informe.
En el abandono y sin trasplantes se encuentra el hospital J. M. de los Ríos. Los menores culminaron el 2021 muriendo y empezaron el 2022 bajo las mismas condiciones. «La esperanza de los niños, niñas y adolescentes se mantiene presente a pesar de las circunstancias. Las madres denuncian constantemente “la mala dirección del hospital” y entre la desesperación no dejan de pedir al Estado que cumpla como garante del derecho a la salud», detallan.
Aseguran que el deterioro de la infraestructura deja en evidencia el abandono. A pesar que áreas como triaje y emergencia fueron remodeladas, no es suficiente y no responden a los principios establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), según explicó Katherine Martínez, abogada y directora de la organización Prepara Familia, quienes brindan apoyo a niños, niñas y adolescentes hospitalizados, además de a las madres.
“Fueron solo dos áreas las que se arreglaron, pero eso no es lo que se está solicitando para todo el hospital. Es un porcentaje mínimo. En las unidades pediátricas hay abandono y deterioro”, aseguró Martínez.
“La condición del hospital deja mucho que desear. En la actualidad el Servicio de Nefrología no es ni la cuarta parte de lo que era antes. El deterioro de la infraestructura ha sido muy alto y la falta de mantenimiento mucho más. Si las mismas mamás del servicio no mantienen la limpieza no lo hace más nadie, ya que a veces el servicio cuenta con aseo y en otras oportunidades no”, mencionó otra fuente vinculada al hospital.
Los relatos de las madres del J. M de los Ríos son desgarradores: Se preocupan todos los días porque sus hijos no mueran, porque no falte el yelco, la inyectadora, el scal, porque no hay agua y sin el servicio no se pueden dializar, por no olvidar el cloro y desinfectante para llegar a limpiar en el hospital y por no ser reprimidas si salen a la calle a protestar para exigir mejores condiciones e insumos.
El 1 de enero de este año se cumplieron cuatro años y siete meses de la suspensión del Programa Procura de Órganos en Venezuela, lo que dejó desamparados a los niños que necesitan un trasplante para poder vivir.
Solo en el servicio de Hematología se registraron 23 muertes en 2021, en Nefrología fueron 16, indican cifras de Prepara Familia.
El otro hospital pediátrico
El pediátrico de El Algodonal no está alejado de la realidad del J. M de los Ríos. Camas que no funcionan, falta de insumos no solo médicos sino de limpieza en medio de áreas que se sumergen en el abandono, mientras los pacientes con patologías claman por cambios para ser atendidos en condiciones dignas y no entre roedores e insectos.
Lo que se observa en el área pediátrica son filtraciones, humedad, grifos dañados, ventanas rotas, camas, sillas colchones, cunas dañadas, falta de alumbrado y techos rotos. Por otra parte está la infestación de ratas y chiripas, según el relato de una madre que prefirió permanecer bajo anonimato por temor a represalias y que trata a su hija, Sofía (nombre ficticio), en El Algodonal desde que tenía nueve meses, cuando le diagnosticaron fibrosis quística.
No solo el deterioro de la infraestructura afecta a El Algodonal, el no tener ni las mínimas condiciones para mantener el lugar es otra de sus carencias. El centro de salud tiene personal de limpieza, pero no los implementos para poder cumplir sus labores. Las madres de los pacientes deben llevar cloro y desinfectante, e incluso ellas mismas limpian los espacios de pediatría buscando mejorar el lugar para los niños, niñas y adolescentes.
Aunque los padres y representantes “rezan por más opciones”, El Algodonal es considerado uno de los mejores hospitales -en medio de la desidia- para tratar patologías como la fibrosis quística, mientras que aseguran que en otros centros de salud no quieren recibir a los pacientes en condición crónica.
Los testimonios evidencian el abandono del centro de salud pediátrico, donde en 2009 se hablaba del plan “La Misión Niño Jesús”, que buscaba destinar recursos para la mejora de El Algodonal. En 2012 se habló de la reinauguración del pediátrico bajo la misma misión manejada por el chavismo, con dotación de quirófanos equipados con tecnología china-venezolana. Hoy “quedó en el olvido” y en las manos de una dirección que según las madres “no se dedica al lugar ni a buscar recursos”.
El interior del país no escapa a la realidad
Niños, niñas y adolescentes con enfermedades crónicas viajan desde otros estados para ser atendidos en Caracas, porque manifiestan que las unidades están en mejores condiciones que en su región o donde viven no atienden la patología que padecen.
En un hospital de Aragua una enfermera improvisó una mascarilla para nebulizar porque debían atender un niño con crisis asmática.
En el hospital Menca de Leoni, en el estado Bolívar, tiene cuatro años cerrado entre las ruinas y las familias piden a gritos su recuperación.
El Hospital Central de Maturín, en Monagas, tiene la unidad pediátrica en abandono. Corresponsales de la entidad reportaron que familiares con pacientes en el lugar denunciaron que las cloacas corren por los baños del centro de salud y los malos olores son el escenario que deben padecer tanto los menores como los trabajadores.
En otros estados del país la situación no cambia, dejando a la deriva a los niños, niñas y adolescentes que no pueden costear una clínica privada, además de las medicinas que sobrepasan el salario mínimo de un trabajador en Venezuela.