Días después del primer viaje presidencial del estadounidense Joe Biden al extranjero, el secretario de Estado Antony Blinken viajó a Europa el martes para continuar intentando construir la unidad occidental contra una China en ascenso.
AFP
El jefe de la diplomacia de Estados Unidos partió a Berlín, París y Roma para reunirse con dos líderes principales de la Unión Europea, la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron, así como con los más altos responsables del Vaticano y participar en las conversaciones de paz de Libia.
Blinken cerrará su viaje con una reunión el 29 de junio en la ciudad italiana de Matera del Grupo de las 20 principales economías, lo que lo pondrá cara a cara con su homólogo de China, la potencia que Estados Unidos ha identificado como su principal rival.
En su propia gira, Biden había propuesto a las democracias occidentales del Grupo de los Siete un vasto plan de infraestructura que rivalizara con la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda de China y encabezó una cumbre de la OTAN para abordar el caso del país asiático de manera más explícita que nunca.
“Este viaje es una continuación de la prioridad que el presidente Biden ha hecho de reconstruir las relaciones con nuestros aliados”, dijo Phil Reeker, el principal diplomático de Estados Unidos para Europa.
“La fuerza de estas relaciones sentará las bases para muchas de las prioridades de política exterior, incluida la recuperación económica a medida que salgamos de la pandemia y nos opongamos a la República Popular China y al autoritarismo en general en todo el mundo”, dijo a la prensa.
Reparando fisuras
La mayoría de los países europeos han visto con satisfacción el entusiasmo de Biden por las alianzas después de la turbulenta presidencia de Donald Trump, quien criticó a las naciones amigas por lo que calificó como prácticas comerciales injustas y contribuciones insuficientes a la defensa común.
Biden se ha movido rápidamente para aliviar las tensiones con Europa, revirtiendo la decisión de Trump de retirar las tropas estadounidenses de Alemania y resolviendo un diferendo de larga data con Europa sobre los subsidios a los aviones.
En una decisión más controvertida, renunció a las principales sanciones sobre Nord Stream 2, el gasoducto ya casi terminado entre Rusia y Alemania al que se opone especialmente Ucrania, que lucha contra los separatistas prorrusos y teme perder su influencia como punto de tránsito.
Algunos legisladores del Partido Demócrata de Biden criticaron esa medida del presidente, tomada en aras de un apaciguamiento con el presidente ruso, Vladimir Putin, con quien el jefe de Estado estadounidense se reunió la semana pasada en Ginebra.
El gobierno de Biden argumenta que el proyecto estaba demasiado avanzado como para frenarlo y que, a cambio, delineó una estrategia para trabajar con Alemania en el establecimiento de líneas rojas a Rusia. Reeker dijo que la administración decidió “sacar algo positivo de esta difícil situación”.
Cambios en China
Ian Lesser, vicepresidente del German Marshall Fund de Estados Unidos, afirmó que Nord Stream era uno de varios temas en los que Biden deberá mantener un “difícil equilibrio” con los europeos.
Mientras Merkel se prepara para poner fin a su mandato de 15 años después de las elecciones de este año, el nuevo rostro amistoso en la Casa Blanca ayuda a garantizar que la relación entre Estados Unidos y la nación más poblada de la UE se mantenga estable.
Pero el próximo líder alemán podría adoptar un enfoque diferente sobre China al de la actual canciller, una defensora de la opción de cortejar a la potencia asiática a través del comercio.
Una de las principales candidatas a la sucesión de Merkel, Annalena Baerbock, de los Verdes, defiende posturas que complacerían a Biden, por ejemplo sobre empresas chinas como Huawei, que recolectan datos en Europa, o sobre el tratamiento a la minoría uigur, un tema por el cual Estados Unidos acusa a Pekín de genocidio.
“Ha habido un endurecimiento de las opiniones en Europa sobre China”, dijo Lesser, radicado en Bruselas. “Si bien las actitudes aquí no son exactamente como en Washington y es posible que nunca se alineen perfectamente en los detalles o en el estilo, la administración Biden busca alentar esa convergencia a largo plazo”, destacó.