El político Rodrigo Paz Pereira, ganador de la inédita segunda vuelta realizada en octubre en Bolivia, será investido este sábado como presidente y abrirá un nuevo ciclo político y económico en el país, con los mandatarios de Argentina, Chile, Ecuador y Uruguay como testigos.
Las comisiones de los Gobiernos saliente y electo afinan este viernes los últimos detalles para la ceremonia de investidura de Paz, que fue elegido presidente en la segunda vuelta realizada el pasado 19 de octubre, con un 54,96 % de los votos, frente a un 45,04 % logrado por su rival, el exmandatario conservador Jorge «Tuto» Quiroga (2001-2002).
La toma de juramento se realizará en la primera sesión del nuevo Parlamento que fue elegido en los comicios generales del pasado 17 de agosto, en los que Paz y Quiroga quedaron en primer y segundo lugar, respectivamente, pero sin el porcentaje suficiente para declarar un ganador, por lo que fue necesaria la segunda vuelta en octubre.
Por el momento está confirmada la asistencia de los mandatarios de Argentina, Javier Milei; de Chile, Gabriel Boric, de Ecuador, Daniel Noboa y de Uruguay, Yamandú Orsi, así como de la vicepresidenta ejecutiva para una Transición Limpia, Justa y Competitiva de la Comisión Europea, la española Teresa Ribera, y de la presidenta del Congreso de España, Francina Armengol.
También están previstas las participaciones del primer ministro de Perú, Ernesto Álvarez, y del canciller argentino, Pablo Quirno, mientras que el Gobierno electo de Bolivia anunció la llegada del subsecretario de Estado de Estados Unidos, Christopher Landau, entre otras delegaciones.
La sesión parlamentaria marcará la finalización del Gobierno del izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS) después de casi 20 años de hegemonia, con las Administraciones de Evo Morales (2006-2019) y Luis Arce (2020-2025).
En estas dos últimas décadas, el Estado fue el protagonista bajo un modelo que fue cuestionado siempre por los detractores del MAS y que, según expertos y empresarios, empezó a dar muestras de haberse agotado cuando cayeron la producción y los ingresos del gas natural, que fue el sustento de la economía sobre todo en el Gobierno de Morales.
Así, Paz asumirá la Presidencia de Bolivia en un contexto de crisis marcado por la falta de dólares y combustibles y el consiguiente encarecimiento de alimentos y algunos servicios, y con la promesa electoral de aplicar un «capitalismo para todos» con créditos baratos para los emprendedores y rebajas de aranceles para la importación de tecnología y vehículos, entre otros.
El presidente electo viajó la semana pasada a Estados Unidos para hacer gestiones ante los organismos multilaterales que tienen sede allí con miras a asegurar la provisión de combustibles y que haya dólares en la economía boliviana, además de reunirse con representantes de la Administración de Donald Trump.
Paz se reunió con representantes de organismos multilaterales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe-CAF, con el que consolidó un acuerdo financiero por 3.100 millones de dólares.
Mientras que el encuentro del futuro presidente de Bolivia con el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, fue destacado por su oficina como el inicio de una «nueva etapa» en la relación bilateral con EE.UU., del que el país andino se mantuvo distanciado en los últimos 20 años.
Ese será otro cambio dentro del nuevo ciclo político que se inaugurará bajo la Administración de Paz, que ha asegurado que no buscará tener una relación con aquellos países «que no tienen democracia».
En ese marco, estarán ausentes en la investidura los Gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, con los que Morales y Arce mantuvieron cercanía.
Antes de la investidura presidencial, tomará juramento el nuevo vicepresidente, Edman Lara, que ganó notoriedad en TikTok y en los últimos meses estuvo en la mira por una serie de declaraciones y advertencias incluso contra Paz que le valieron duras críticas, o su intención de jurar el cargo vistiendo el uniforme policial pese a ya no ser parte de esa fuerza. EFE












