La dictadura cubana de Miguel Díaz-Canel detuvo este jueves a la profesora Alina Bárbara López por protestar en contra de la detención del escritor e investigador Jorge Fernández Era, informó la directora para las Américas de Amnistía Internacional, Érika Guevara Rosas.
«La profesora Alina Bárbara López fue detenida en Cuba por protestar por la detención del escritor Jorge Fernández Era. La represión de Díaz-Canel cuenta con la complicidad de gobiernos “amigos,” que politizan hipócritamente con el sufrimiento del pueblo cubano» escribió en su cuenta de Twitter Guevara.
La profesora fue liberada horas más tarde, y realizó una publicación en Facebook de la larga jornada que vivió el día de ayer, donde denunció un «intento de secuestro».
La protesta comenzó como la improvisación de un cartel que esperaba visibilizar la libertad para Fernández Era. Enseguida varias personas personas se le acercaron para leer lo que decía el papel y algunas preguntaron por quién era el hombre.
«Se acercaron dos señoras y me preguntaron con amabilidad qué hacía; del mismo modo, les expliqué. Se presentaron como funcionarias del Gobierno Provincial, que queda en el área del parque, me dijeron que si las acompañaba a conversar quizá ellas podrían llamar a La Habana e interceder. En ese mismo momento se acercó Osbel Sánchez, director provincial de Cultura, al que evidentemente le avisaron pues su sede queda a varias cuadras del lugar», detalló la historiadora, que terminó acompañando a los funcionarios al edificio.
Una vez dentro de las oficinas se dio cuenta de que se encontraba en el Buró Provincial del Partido, donde observó que varios funcionarios entraban y salían del despacho, hacían llamadas, «dizque averiguando telefónicamente por la situación de Jorge,» señaló.
Asimismo le preguntaban una y otra vez que pretendía con su protesta y su respuesta era «ejercer un derecho constitucional, el de la manifestación pacífica».
Aseguró que el encuentro fue «respetuoso, a veces amable incluso», lo que contrastó con el trato de los agentes de la Seguridad del Estado que la detuvieron en la salida del inmueble.
Cuando los agentes intentaron conducirla por la fuerza al automóvil, su hija y su yerno, que estaban a su lado en ese momento, salieron en su defensa. Confesó que fue «un momento denigrante» ver a tres hombres «entrenados» intentar reducir «por violencia» a tres personas pacíficas.
«Con mi yerno utilizaron una llave en el cuello para inmovilizarlo, a mi hija Cecilia, que es un amor de persona en su educación, le rompieron la sombrilla, y el reloj, pero no lograron separarnos. Incluso una amiga querida que allí estaba intentó mediar. Grité pidiendo auxilio y creo que se preocuparon, pues nos dejaron de agarrar. Ellos no me dieron golpes en la cara o el cuerpo, tampoco a mi hija, pero nos empujaron, halaron, tiraron contra la pared en el intento de secuestro, que eso era lo que a fin de cuentas trataban de hacer«, detalló.
La historiadora afirmó que en ese momento logró que no la trasladaran a otro lugar, y regresaron a «conversar» al mismo local en el que antes se había visto con los funcionarios.